El término
"normal" simplemente significa lo que la mayoría de los niños hacen
dentro de un tiempo "esperado" o "deseado", consideración
que está basada en criterios consensuales y/o estadísticos. Sin embargo, cabe
señalar que ningún niño es un dato estadístico ni un término promedio, pues
cada uno es enfáticamente un individuo.
Por eso, entre todos los
niños que hablan normalmente y que, por lo general, se les supedita a este
patrón de consideración estándar, la edad específica en que comiencen a hablar
puede variar. En esto intervienen las particularidades individuales
dependientes del estado y función del aspecto anatómico y sistema nervioso, del
aspecto psicológico, de las condiciones de educación y de las características
del lenguaje de las personas que rodean al niño.
Así, algunos niños
empiezan a hablar temprano y de "golpe", otros un poco más tarde y,
también, hay unos que se rezagan considerablemente, inquietando al principio a
sus padres con su silencio tenaz y asombrándolos, luego, con su excesiva locuacidad.
Ciertos retrasos pueden
atribuirse a la herencia, debido a que hay familias donde los niños empiezan a
hablar más tarde que en otras. Pero también hay casos, en gran medida,
generados por el medio ambiente, en especial por el hogar, en el que los padres
no suelen estimular adecuadamente la adquisición y el desarrollo del habla de
sus niños. Es el caso, a veces, del hijo único, cuyos padres sólo hablan lo
indispensable, quizás para decir a más: "¿Está preparado el
desayuno?" y creen innecesario decirle algo a su niño antes de que éste
pueda "comprender" y responder.
También se tiene como
ejemplo el caso de los hijos de padres sordomudos, quienes por falta de
conversación en el hogar empiezan a hablar mucho más tarde que los otros niños
de su misma edad, aunque ellos mismos no sean ni sordos ni mudos.
En cambio, los niños que
crecen rodeados y estimulados lingüísticamente por sus hermanos, o a quienes
sus padres les han hablado aun antes de que puedan comprender el sentido de las
palabras, aprenden fácilmente a hablar en comparación a los niños antes
señalados.
De esa forma la familia
cumple una función importante en la aparición y en el ritmo del desarrollo del
lenguaje verbal del niño. Si éste se siente emocionalmente seguro y
lingüísticamente estimulado, se desarrollará normal y óptimamente, superando
las dificultades de las distintas etapas en el tiempo esperado; pero cuando la
familia es conflictiva e indiferente con él, esto obstaculizará y retardará su
evolución y, muchas veces, con consecuencias negativas para su comportamiento
de ajuste posterior.
De acuerdo con estas
consideraciones, en esta parte abordaremos el desarrollo normal del lenguaje
verbal, cuyo proceso marcha correlativamente al desarrollo integral del niño.
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